Justito ahí.

Justito ahí.

viernes, 14 de agosto de 2015

Lo que somos.

Yo soy yo.
Yo soy lo que elijo ser
Yo soy lo que no elegiría nunca ser.
Yo soy yo y mis circunstancias.
Yo soy lo que hicieron de mi. 
yo soy mi vieja, 
mi viejo, 
soy mis hermanas que saben un montón de cosas más y cosas menos de mí,
soy la mina que le metía los cuernos al marido,
soy la hija que hacía campana atrás de la puerta, 
soy la vecina hija de puta que te preguntaba a quién querías mas si a mamá o a papá,
el pibe que le pegaba a la cabeza de telgopor con la peluca de su mamá,
el albañil que quería nietas que tocasen la guitarra. 
El albañil que tocaba a un par de minas además de la suya
Soy el abuelo que nunca pudo ver a sus nietas, 
soy la abuela que pudiendo ver a sus nietas nunca quiso.
Soy la hija que se ensartó cuidando a los padres
Soy la hipertensión y la meningitis
Soy la inmigración y la vuelta a casa
Soy el perro y los abuelos que no se subieron al barco
Soy todas las personas que no conozco en las fotos.
Soy el aljibe y las castañas de una nena que cocina y toma vino de una damajuana a escondidas
Soy los panes de jabón arrumbados en el lavadero
Soy todos esos cachivaches
esos cacharros y esas mierdas que por una razón increíble no se pueden tirar ni usar.
Yo soy lo que hicieron de mí
Yo soy yo y mis circunstancias. 
Yo soy lo que no elegiría nunca ser.
Yo soy lo que elijo ser.
Yo soy yo.

jueves, 7 de mayo de 2015

Las puntas de los dedos



Siempre las admiro
Manchadas de escribir
De pelar papas.
Se metieron adentro de una boca
Acariciaron alguna vez la tumba de una amiga
Huelen a cebolla, a sangre, a saliva
el olor a metal de las cuerdas de guitarra
nicotina y cubitos de hielo
tinta y más tinta
Todo mágico
fiel
imborrable.
Están haciéndole frente al tiempo y al frío.
haciendo magia y contorsionismo
hablan todo el día todo el tiempo todo el espacio toda la vida
se meten donde no deben y salen de donde nunca deberían.
Hay siempre que aprender de las puntas de los dedos
a estar firmes, no caer, estar dispuestos
a sacar nudos, a curar,
a armar y desarmar y armar y planear y volver
a entrelazarse con otras yemas y otros tiempos.


miércoles, 29 de octubre de 2014

Seguimos cerca.

A tí te trajo Dios
Y pasó a buscarte luego
Lágrimas que se lleva el Sol
Sentirte cerca de nuevo.

Hasta aquí el camino dio
Es hora de abrazarte y seguir
Es hora de abrazarte y decir
Que seguimos cerca
Que seguimos cerca.

Y si el frío me gana
Me abrazás a distancia
Y mi llanto se escapa
Y me animo a seguir

El ayer me desarmó
Pero hoy camino de tu mano
Un cascabel rugió
Y ese peso de mi alma voló

Porque te tengo cerca

Porque te tengo cerca de nuevo.

martes, 21 de octubre de 2014

Miércoles de pico.


No coordinamos el beso y nos dimos un pico. Qué horror, me sentí una idiota. Fue una danza de caras, de cachetes, una gambeteada futbolística del saludo, para que termine así, en un baile descoordinado y un beso torpe. Un papelón. Él se rió, pero yo estaba bordó. Me preguntó cómo estaba, que hace cuánto no nos veíamos, que estaba muy linda, que si tenía hijos. Tuvimos la suerte de resumir veinte años de no vernos en tres o cuatro frases concretas. Yo me casé, me separé, dos nenes, yendo al laburo. Él también, pero una sola nena. Estaba lindo, siempre lo fue, me dijo que qué loco que nunca nos habíamos cruzado trabajando tan cerca. Sí, la verdad, una locura, tan loco como el pico. Dios, qué vergüenza.

La semana siguiente pasó lo mismo. En la esquina del laburo, casi entrando. Pico de nuevo. Si me pisaba un camión era menos dramático. Esta vez me fui apurada y ni le hablé. Lo estaba de hecho, pero el pico me hizo huir.

Nos cruzábamos los miércoles antes de las nueve. Se convirtió en algo habitual. Una vez que llovía me paré en la otra esquina, abajo del techo de un local, porque no había llevado el paraguas. Lo vi venir desde la otra cuadra, y se quedó parado donde siempre. Yo me escondí atrás de un container lleno de basura reciclable. Se habrá quedado unos cinco minutos, con el paraguas, mirando. Después se dio media vuelta y se fue. Había parado ya de llover.

Muchas veces nuestros picos eran muy inventados, me pedía la hora, se hacía el distraído. Hace unos dos meses, fingió que se tropezaba y me clavó un buen beso. Justo pasó la maestra de los nenes. Ya el beso no me interesaba, pero no me gustaba con gente alrededor. Ella ya sabe que estoy separada pero, no sé, no quiero que piense que me ando levantando hombres grandes. Aunque yo también a veces me veo así. Una mina grande. Una mina grande que lo único que la entusiasma en la semana es darse un pico con un ex compañero del secundario.

Nunca nos preguntamos nada, salvo la primera vez que nos cruzamos y fue ese extracto de la vida lo único que supe por casi un año. Un año de picos. Los conté, fueron treinta y nueve en total. Lo sé porque era justo principios de marzo y en diciembre me preguntó con quién pasaba las fiestas. En lo de mi vieja, como siempre, y año nuevo los nenes con mi ex marido. No sé por qué le di esa información adicional. Me deseó felices fiestas y ahí, antes de irse, me pidió mi teléfono. Para saludarme por las fiestas, supuse. Se lo di. Cuarenta.

Me mandó un pico por Navidad, y otro por año Nuevo. Le respondí con un “jaja gracias” completamente seco. ¿Qué le iba a poner? “¿Otro para vos?” Ya uno es suficiente. Con estos últimos casi que pierdo la cuenta.

En verano me agregó a Facebook. La nena es preciosa, igual a él. No le vi fotos con minas, algunas con amigos, siempre con la nena. No es muy expresivo, puso un tema de Creedence que me hizo acordar al día en el que me sacó a bailar en Cerebro. Me volvía loca en ese momento. Y yo tenía una cintura de avispa tan divina que todavía pienso por qué no fui más viva y aproveché mi juventud para pasarla un poco mejor, sin tantos complejos.

Me borró de Facebook en Febrero. Un hijo de puta. Claro, seguramente se sentía perseguido y no, nunca quiso nada serio con nadie. Siempre fue igual. Le pregunté al más grande y me dijo que salvo que ponga algún comentario o “Me gusta” en las publicaciones podía perseguirlo tranquila. Le di un cachetazo y lo mandé a hacerse la cama y ordenar un poco ese desastre que era su cuarto. Capaz fue porque vio que yo subo muchas imágenes de la Virgen de Guadalupe y no es tan católico, andá a saber. Y eso que ya desde enero no subía más de esas, por las dudas, para ver.

En marzo me lo volví a encontrar. En el mismo lugar. Estaba un poco más bronceado. Cancún, por lo que me dijo. Se debía un montón de días y aprovechó a juntar todo e irse un poco más. Él solo me dijo lo de Facebook. Que lo cerró porque no le gustaba el puterío que se armaba y porque entendía la mitad de las cosas. Le dijo que tenía razón, que yo también estaba pensando en cerrarlo. Me invitó a tomar algo pero le dije que no, que así estaba bien. Creo que lo entendimos. Ese día publiqué un par de oraciones de San Antonio y San Benito que estaban lindas.

Me casé con Guillermo después de dos años de conocernos y salir. Un tipazo, los nenes están chochos, además él no tiene hijos así que para mí mejor. La verdad me siento muy feliz, nunca pensé que rearmaría mi vida después de ese desastre de la separación. Me lo presentó una amiga de mi hermana en un cumpleaños, la empatía se dio enseguida. Las mejillas siempre chocaron sin problemas. Me acuerdo el primer beso pero los demás ya me los olvidé. Conseguí trabajar desde casa, él me ayudó. En la misma oficina, pero es mucho más relajado. Puedo pasar más tiempo con los chicos y con él. A veces los lleva a los nenes a la escuela, a veces yo. El último miércoles, tres días antes de casarme, se lo conté. No le molestó, él también estaba en pareja hacía unos dos meses. Nos felicitamos, no sé, fue lindo. Me puso contenta, es un buen tipo, trabajador, la nena es preciosa.

Nunca se lo dije a Guillermo, ni se lo voy a decir. Yo lo amo y no siento que lo traicione en absoluto, esto es otra cosa, muy diferente. Es parte de mi vida y no es nada que me avergüence ahora. Empezó así y sé que algún día va a terminar. Quizá en algún número redondo, el trescientos o algo así, largue. No sé cuántas semanas tiene el año, capaz redondeo.


Para mí, al menos por un tiempito más, los miércoles son los miércoles de pico. 

En vuelo

Miles de bandadas de pájaros levantan el vuelo
Pero yo me quedo acá
Miles de naves zarpan con el viento
Pero no me muevo

Cuál es la prisa por llegar
Si al ver el sol un día nuevo viene a vos
No me interesa regresar o volver o despertar
Para mí siempre estoy en vuelo

Yo no me voy porque siempre me muevo
Yo nunca vuelvo porque yo soy movimiento
Yo nunca paro porque siempre estoy y vuelvo y quiero
Si no vas a mi ritmo no te preocupes, yo te espero

Sé que levantaremos algún día juntos este vuelo.

viernes, 17 de octubre de 2014

Perfume.

Lo peor igual fue ayer. Fui a la casa de mi hermana y lo sentí por todos lados. “Pitá”, “pité”, no sé cómo se llamaba el perfume, pero era el mismo olor. Mi hermana me preguntó si me sentía bien porque estaba temblando como una hoja, pero no le iba a decir nada, viste, me parecía cualquiera. Le dije que tenía náuseas, o alguna que otra boludez, y me fui rápido con mis sobrinos al parque. No les di ni bola a los pibes, sentía que me perseguía por todos lados el olor, hasta en los toboganes, como una catarata. Me acuerdo que un amigo o un tío mío me dijo una vez que el olor se guarda en la memoria como si fuese algo exacto, o sea, no hay dos olores iguales. Viste el olor a gente, no sé, las almohadas de mis viejos las distingo al toque. Pero este es raro, porque siento hasta el olor de su cuerpo en el perfume. Era demasiado de ella. Y encima rico.
Conté muy poco de Natalia. Empezó como sexo fijo, así, bien relajado, en su casa, algún llamado para ver cómo estaba. Después me enteré lo de la bipolaridad, el día que la echaron del laburo. Yo no tenía nada que ver, yo iba a hacer algo que era más, cómo lo digo, “corporal”, ¿entendés? Yo quería coger, y bueno la mina era un mar de lágrimas y ahí me quiso tirar el celular por la ventana. La quería matar, aparte yo no entendía nada, no la conocía mucho, pero ese día casi que me enamoré. Me quedé esa noche con ella y ahora que lo pienso fue la primera vez que me parece que hicimos el amor. Vos viste cómo soy, yo le esquivo un poco a las relaciones, no quiero pibes, no quiero quilombos, ya no tengo veinte pero tampoco me interesa sentar cabeza, menos con una loca. Las pastillas… tomaba más que mi vieja con el tema del corazón. Para mí siempre estuvo mal diagnosticada. A la mina le sobraban pastillas pero le faltaba como… como cariño, ¿captás? Igual llegaba un momento en el que me hacía planteos medios complicados y yo me tomaba el palo un tiempo. Pero tenía un culo, hermano… un cuerpo, y ella tampoco pendeja eh, pero todo bien paradito, carnoso, me contó que hacía danza árabe así que te imaginarás cómo se movía… una vez la fui a ver a una muestra con la madre, casi me corto las bolas. Todas gordas, viejas, la madre… pero te juro que ella con ese lomazo se llevaba el Oscar… me daba un poco de cosa verla así tan destapada, hasta me imaginé que  algún otro tipo también se la movía, y ese día me dio un poco de, no sé, casi celos. Pero ahí de nuevo pensé en lo de las pastillas, que ella no estaba tan mal, que capaz estaba sola. Puta che, y me acuerdo del perfume de nuevo, ¿ves?
Cuando volví de Chaco la llamé porque había pasado como un mes y medio. Me pareció raro que no me haya respondido para año nuevo, pero bueno, la cosa no era seria así que me desentendí, pero ya algo me picaba raro. La llamé un par de veces  al departamento pero nada, ni mensajes, cero la mina. Más o menos una semana después del último mensaje recibí el llamado de la hermana.
Me acuerdo que vi el accidente por la tele. Escuchar a la hermana me shockeó mal. Era el mismo tono de voz. Me dijo que había levantado mis mensajes pero que todavía no tenía fuerzas para hablar mucho con nadie, pero que Natalia un par de veces había hablado de mí y le parecía que tenía al menos que contarme cómo fue. ¿Qué loco eso, no? Saber que capaz en una mesa familiar salió mi nombre, que Fabi esto o lo otro… no sé, yo nunca hablé de ella en otro lado, como que me la reservaba para mí, ¿entendés?
 Una negligencia del pelotudo que manejaba. Pisó la banquina. De los cinco se salvaron todos menos ella. Yo miré la noticia, te juro que la miré porque me había llamado la atención que de cinco sólo le toque a uno. Esas cosas de mierda de la vida, por qué no se habrá muerto el forro que manejaba a los pedos…
Antes del otoño pasé por Chacarita. A mí mucho esa movida no me gusta, viste, pero no sé, sentía como que tenía que pasar. Yo misa cero, religión cero, pero no sé, me llamó. Una vez me dijo que le gustaban las fresias y antes de entrar me acordé. Se las compré, me pareció cualquiera pero fue la primera vez que le llevé un regalo. Y lloré, boludo, lloré como nunca en mi vida. No sé, sentía tanta impotencia, una mina joven, linda, con proyectos, con unos mambos de mierda en la cabeza pero siempre tratando de salir… capaz me dio bronca las flores, comprárselas así, ahí, no sé, pero me mató.

Este último mes olí el perfume varias veces por la calle, medio que inconscientemente pienso yo, buscándola ahora que sé que no la encuentro más por la calle. Hay miles de minas que usan el mismo, que están mucho más buenas, lo usa mi hermana, pero qué se yo. No de estúpido, no sé. No me parece así, solamente que era el mismo olor y, bueno, a veces me pasa que la extraño.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Energía.

Una corona me pesa en la cabeza.
Los ojos cerrados.
Una mariposa atragantada.
Tengo una estrella atorada en el pecho.
Un sol apagado.
Rompí un espejo para no mirarme.
Olor podrido en el ambiente.